Políticas y objetivos en la región polar

Las naciones están cooperando en el Ártico, pero el aumento de la militarización representa un riesgo para la paz

Redacción THE WATCH

El retroceso del hielo marítimo está dando paso a una nueva carrera por los recursos del Ártico. Las naciones están planeando acciones para controlar la región, la cual contiene ricos depósitos de petróleo, gas y minerales que se vuelven accesibles a medida que la capa de hielo polar se derrite a un ritmo acelerado. El derretimiento del hielo, que está desapareciendo dos veces más rápido que en otros lugares del planeta, también podría abrir rutas marítimas más cortas entre Europa occidental y Asia oriental, y ampliar oportunidades para la pesca comercial y el turismo. Algunos creen que para el 2020 el Océano Ártico no tendrá hielo durante los meses de verano, ni durante todo el año en 2050, lo cual potencialmente dejaría al descubierto más del 20 por ciento de las reservas mundiales de petróleo para su extracción.

Con un botín tan atractivo, muchas naciones han incrementado la investigación, exploración, desarrollo y otras inversiones en la región, así como la militarización, todo lo cual presenta nuevos dilemas y podría amenazar la paz y la seguridad regional y mundial, afirman algunos expertos.

“El aumento de la actividad comercial trae consigo nuevos retos, entre ellos la prevención de derrames de petróleo, búsqueda y rescate, posible contrabando e inmigración”, dice el Dr. Michael Byers, experto en el Ártico y profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Columbia Británica en Canadá.

Ocho naciones tienen territorios en el Ártico —Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y los Estados Unidos— pero las naciones que no están en la región ártica están tratando de ejercer influencia en la región. 

Rusia, Canadá y Dinamarca han reclamado oficialmente la soberanía sobre secciones del lecho marino del Ártico que se extienden más allá de sus zonas económicas exclusivas, cuya extensión es de 200 millas marinas desde sus costas. Las reclamaciones, algunas de las cuales datan de antes de 1925 e incluyen el Polo Norte, aún no se han resuelto de acuerdo con las disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, conocida como UNCLOS por sus siglas en inglés, que rige la forma en que se resuelven las controversias relacionadas con los límites y territorios marítimos, y concede a los países derechos exclusivos para la extracción de minerales y materiales que se encuentran debajo del lecho marino de sus plataformas continentales.  

El control de la región también podría ofrecer ventajas militares estratégicas. Estados Unidos no ha presentado reclamaciones de extensiones del lecho marino del Ártico, pero está contemplando la manera de llevar a cabo una guerra naval de superficie en el cambiante ambiente del Ártico. 

El hielo del Ártico tiene un espesor de hasta 5 metros en algunos lugares, lo cual dificulta su movimiento. El hielo está desapareciendo más rápidamente ahí que en cualquier otro lugar del planeta, en parte, porque cuando el hielo se derrite, el agua que resulta absorbe el calor, acelerando el calentamiento. Poco más del 20 por ciento del hielo del Ártico consiste en hielo acumulado a través de las décadas que permanece sólido durante todo el año, lo que representa un descenso de más del 50 por ciento con respecto a hace 20 años, según el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo de los Estados Unidos.

Una de las principales rutas comerciales que se abren, conocida como la Ruta Nieve y Hielo, pasa por territorio ruso, recorriendo su costa norte desde el Mar de Kara hasta el Estrecho de Bering. Los buques ahora pueden conectar durante más días al año los puertos rusos del Ártico y Noruega. Por ejemplo, según la Oficina de Información de la Ruta del Mar del Norte Septentrional de Murmansk (Rusia), el transporte de mercancías desde Japón a los Países Bajos utilizando esta ruta evita un recorrido de casi 3,900 millas náuticas de viaje a través del Canal de Suez. La otra ruta principal, el Paso del Noroeste, que va desde la costa oeste de Canadá hasta Finlandia, es aproximadamente 1,000 millas náuticas más corta que la ruta convencional a través del Canal de Panamá.

China ha incrementado su perfil en el Ártico en la última década, dado su interés en nuevas rutas comerciales y el aumento de las actividades en la región. China, Japón y Corea del Sur tienen programas de investigación polar con infraestructura para romper el hielo. Por ejemplo, un navío de investigación chino llamado Snow Dragon explora rutinariamente a lo largo de la plataforma continental de Estados Unidos. China tiene previsto modernizar su flota de rompehielos y desarrollar tecnologías para explotar los recursos naturales del Ártico, como las perforaciones en aguas profundas. Una empresa china adquirió un proyecto de extracción de mineral de hierro de US$ 2,350 mil millones en Groenlandia, el cual es un territorio autónomo de Dinamarca, pero el consorcio está esperando que mejoren los precios del mineral para desarrollarlo, informó Reuters. La mina tiene capacidad para producir 15 millones de toneladas de mineral al año para enviar a China.

Un rompehielos finlandés avanza a través del Mar de Beaufort frente a las costas de Alaska en el Paso del Noroeste. THE ASSOCIATED PRESS

Bienes comunes del Ártico

Los ocho estados árticos crearon el Consejo Ártico en 1996 para promover la cooperación, la coordinación y la interacción en cuestiones comunes del Ártico como el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente. El consejo también representa a los más de 4 millones de habitantes que viven al norte de los 66 grados de latitud, aproximadamente la mitad de los cuales son rusos y 500,000 nativos de la región.

El Consejo Ártico ha otorgado la condición de observador a 13 Estados no pertenecientes al Ártico: China, Francia, Alemania, India, Italia, Japón, Países Bajos, Polonia, Singapur, Corea del Sur, España, Suiza y el Reino Unido. Otras 26 organizaciones intergubernamentales, interparlamentarias y no gubernamentales, incluyendo la reciente incorporación de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la Sociedad Geográfica Nacional, gozan de la condición de observadoras. La Unión Europea y Turquía también han solicitado ser parte del grupo.

Al cambiar la presidencia de EE. UU. a Finlandia en mayo del 2017, el entonces Secretario de Estado de los EE. UU. Rex Tillerson, dijo: “El Consejo del Ártico, que recientemente celebró su vigésimo aniversario, ha demostrado ser un foro indispensable en el que podemos seguir cooperando. Quiero reafirmar que Estados Unidos continuará siendo un miembro activo en este consejo. La oportunidad de presidir el consejo sólo ha fortalecido nuestro compromiso de continuar su trabajo en el futuro”.

Mantener la estabilidad en la región sigue siendo fundamental para proteger las perspectivas económicas, dicen los expertos. “Los intereses militares y económicos están entrelazados firmemente en el Ártico”, escribieron Stephanie Pezard y varios colegas de Rand Corp. en un informe de marzo del 2017 titulado “El mantenimiento de la cooperación con Rusia” (Maintaining Cooperation with Russia).

“… estos intereses pueden, a veces”, dice el informe, “dar lugar a políticas rusas aparentemente inconexas en la región”.

Más militarización

Aunque parece haber una sólida cooperación en asuntos del Consejo del Ártico y muchas oportunidades comerciales para las naciones del Ártico dentro de áreas de soberanía no disputadas donde se encuentran la mayoría de las reservas de petróleo y gas, eso no ha impedido que los países militaricen la región. Rusia está a la cabeza de la concentración de efectivos y equipo militar, y la mayoría de las naciones del Ártico tienen bases ahí, excepto Finlandia e Islandia. 

Rusia es el país con más recursos militares en la región, con seis bases militares, 16 puertos de gran calado y 13 bases aéreas, y sigue abriendo y construyendo más bases en la región. En abril del 2017, Rusia inauguró un complejo militar de 36,000 kilómetros cuadrados en el archipiélago Franz Josef Land llamado Arktickhesky Trilistnik, o Trébol del Ártico. Está diseñado para proteger el espacio aéreo ruso y otros recursos en el Ártico. Durante su Desfile del Día de la Victoria en mayo del 2017, Rusia exhibió dos nuevos sistemas de misiles del Ártico, el Tor-M2DT y el Pantsir-SA.  


Al ver lo que está ocurriendo en el Ártico, encuentro mucha similitud con lo que estamos viendo en los mares del sur y este de China”.

Almirante Paul Zukunft, Comandante del Servicio de Guardacostas de los EE. UU.


Mientras que el interés de EE. UU. en el Ártico es más periférico, “el Ártico ruso es fundamental para la identidad nacional rusa”, explica Ernie Regehr, investigador principal en seguridad del Ártico de la Fundación Simons en Vancouver, Canadá. “Tiene una importancia actual y potencialmente más grande para la economía rusa, y la ruta marítima del noreste es una prioridad importante para el desarrollo ruso en la región. La extraordinaria flota rompehielos rusa, su amplio sistema de instalaciones de búsqueda y rescate, así como su formidable capacidad de combate militar en el norte, muestran la importancia que Rusia concede al desarrollo económico, a los recursos en el norte y a su compromiso de proteger y promover sus intereses en el Ártico”.

La creciente militarización de la región es motivo de preocupación. Rusia está lejos de restablecer sus niveles de presencia militar en el Ártico comparables a los de la Guerra Fría, y no es probable que despliegue haberes basados en el Ártico en otras posibles contingencias, como las disputas en los estados bálticos, según las conclusiones del informe de Rand Corp. en 2017. “Sin embargo, el aumento de la presencia militar —no sólo de Rusia sino también de otros países del Ártico— aumenta el riesgo de conflictos y de un escalamiento involuntario”, concluyó Pezard de Rand.

“El Consejo del Ártico, que se enfoca en la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible, ha continuado funcionando con normalidad a pesar de las crecientes tensiones entre la OTAN y Rusia. La cooperación en búsqueda y rescate también continúa”, dijo Byers, autor del artículo Derecho Internacional y el Ártico (International Law and the Arctic), publicado en 2013 por Cambridge University Press. “Sin embargo, la comunicación entre el ejército ruso y otros ejércitos en el Ártico se ha deteriorado, lo que crea riesgos desfavorables de malentendidos y conflictos inesperados”.

Con el derretimiento del hielo y el aumento de las inversiones y la presencia de Rusia y China en el Ártico, no queda ningún mecanismo para abordar las cuestiones de seguridad en la región, incluida esta tendencia a la militarización, explican los expertos. El acta de constitución del Consejo del Ártico prohíbe que el organismo debata asuntos de seguridad, dejando en manos de las naciones individuales la resolución de incidentes militares a través de canales bilaterales.  La OTAN y Rusia no discuten los incidentes en el Ártico. Sin un mecanismo, la movilización de fuerzas armadas en el Ártico se podría malinterpretar o causar un incidente bélico, dijo Heather Conley, vicepresidenta principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), a The Watch.

Un soldado ruso cerca de un vehículo militar en la Base Nagurskoye en las remotas islas árticas de Franz Josef Land. REUTERS

Garantizar la cooperación

No cabe duda de que todas las naciones del Ártico están de acuerdo en que la cooperación internacional es clave para que las naciones realicen el potencial económico y garanticen la prosperidad y la seguridad en el extremo norte, pero aún queda mucho por hacer para alcanzar esos objetivos comunes. Finlandia, en su calidad de presidente del Consejo del Ártico, se propone enfocarse en los pilares básicos de la organización, entre los que figuran la mejora de la diversidad biológica, la evaluación del cambio climático, el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente marino. Sin embargo, algunos analistas están ejerciendo presión para que se establezcan mecanismos más sólidos para resolver las cuestiones relacionadas con la seguridad. “Sin previsibilidad, transparencia y confianza, no habrá cooperación internacional en el Ártico”, concluyó Conley en un informe del CSIS del 2015 titulado “La nueva cortina de hielo: el alcance estratégico de Rusia en el Ártico (The New Ice Curtain: Russia’s Strategic Reach to the Arctic)”  

Regehr, de la Fundación Simons, está de acuerdo. “Es de vital importancia crear una institución o mecanismos de consulta periódica y permanente sobre los intereses, las cuestiones y las mejoras mutuas en materia de seguridad. Si esto es algo que puede ocurrir en el ámbito del Consejo del Ártico, esa es una cuestión por resolver. Una gran ventaja de traer cuestiones y consideraciones de seguridad al Consejo del Ártico es que las comunidades autóctonas tendrían un lugar permanente en la mesa para deliberar sobre la seguridad”. 

Irónicamente, durante la institución del Consejo del Ártico, los EE. UU. querían que evitara las discusiones sobre asuntos militares debido a que esto podría promover la militarización de la región. Sin embargo, dos décadas después, el Ártico se está militarizando, y la comunidad internacional carece de un foro para debatir cuestiones de seguridad. Muchos expertos, incluido Conley, desearían que el Consejo del Ártico elaborara una declaración política no vinculante que sirviera como código de conducta militar en el Ártico. Por ejemplo, una declaración de ese tipo obligaría a los países a notificarse mutuamente, con 21 días de antelación, sobre los ejercicios militares en los que participen 20,000 soldados o más, y se invitarían observadores. 

Además, según el informe Rand, la cooperación de Rusia en el Ártico no debe darse por sentada. “Si las ambiciones económicas crecen cada vez más fuera de su alcance —por ejemplo, debido a los bajos precios de los hidrocarburos, a la fuga de capitales y/o a la pérdida de inversión y experiencia extranjeras— Rusia podría tener menos incentivos para cooperar y podría, en cambio, iniciar acciones y retórica provocativas”.

Una interrupción de los recursos y rutas vitales en el Ártico podría desencadenar conflictos de naturaleza militar, advierten algunos expertos. Además, el Consejo del Ártico ha abierto canales para la influencia extranjera, especialmente a través de la inversión y la experiencia profesional. La convergencia de las disputas territoriales, las nuevas rutas de navegación comercial y la explotación de los recursos naturales podrían aumentar las tensiones en la región, si las recientes interacciones en el Mar del Sur de China son un indicio de lo que está por venir.

Aunque ni China ni ningún otro país ha construido islas artificiales en el Ártico, ni las ha equipado con armas, las disputas territoriales podrían intensificarse. “Al ver lo que está ocurriendo en el Ártico, encuentro mucha similitud con lo que estamos viendo en los mares del sur y este de China”, dijo el Almte. Paul Zukunft, entonces Comandante del Servicio de Guardacostas de los EE. UU., en un evento patrocinado por el CSIS en Washington, D.C., en agosto del 2017, según informa Defense One, una publicación de seguridad en línea. 

Para evitar que se repitan las crecientes tensiones en el Mar del Sur  de China, Zukunft instó a los EE. UU. a ratificar el Tratado UNCLOS de 1982, bajo el cual Filipinas, por ejemplo, presentó una demanda contra China por violar su soberanía. 

Estados Unidos también debería aumentar su presencia en el Ártico, afirman él y otros analistas. “Obviamente, hemos visto lo que ha sucedido en el los mares del este y sur de China, que aunque el tribunal de la ONU falló a favor de Filipinas, eso no ha modificado el comportamiento de China”, dijo Zukunft, según informó Defense One. “Podemos elaborar una excelente política, pero si no tienes presencia para ejercer la soberanía, en realidad no eres más que un león de papel”, dijo a Reuters.

El informe del Análisis de Prospectiva Estratégica de la OTAN también advierte que la creciente competencia por los recursos podría contribuir a la inestabilidad de la región en las próximas décadas.

Por ahora, sin embargo, la mayoría de las disputas territoriales del Ártico son entre aliados de la OTAN. La militarización general en el Ártico tampoco se ha acercado a los niveles de la Guerra Fría. Además, las vastas extensiones del Ártico y su clima extremo ofrecen defensas naturales a sus habitantes, dice Byers, de la Universidad de Columbia Británica. Además, poco ha cambiado en la última década para acortar las grandes distancias entre los puestos fronterizos, y las condiciones climáticas hostiles. Como dijo en 2009 el General Walter Natynczyk, entonces Jefe del Estado Mayor de Defensa de Canadá: “Si alguien invadiera el Ártico canadiense, mi primera tarea sería rescatarlos”.